No hay conversación entre profesionales del lujo en la que no se deslice la palabra experiencia. En tiendas, hoteles, concesionarios y cruceros, todos quieren ofrecer momentos que el cliente vaya a recordar durante mucho tiempo. Sobre todo en el sector turístico. Por eso las empresas del ramo han incorporado a sus anuncios frases grandilocuentes como “generación de emociones
Pero, ¿cuántas veces uno cae en la trampa y se apunta a un viaje “de lujo” que se comercializa en masa y en el que la actividad extraordinaria consiste en entrar en un spa abarrotado de gente y recibir un mensaje ordinario? ¿En qué deben concretarse las experiencias para que el viajero no quede defraudado ?
Volamos hasta Tenerife para conocer un nuevo club de alojamientos de alta gama en el que han mimado este aspecto clave actualmente en una escapada vacacional. Y vaya por delante que ya tiene mérito brindar algo distinto en una isla que en 2018 alojó a 675.000 turistas en hoteles de cinco estrellas (un 7% más que en el año anterior) y que es sinónimo de sol y playa “de batalla” para el común de los mortales. Porque, no nos engañemos, la isla canaria ha sufrido, como gran parte del litoral español, la presión urbanística y la falta de estética a la hora de explotar sus bondades.
Para encontrar un turismo minoritario en Tenerife hay que alejarse de las aglomeraciones de Adeje y recorrer el norte, una zona mucho más agreste y desconocida que el sur, donde los 22 grados no siempre están garantizados y no existen hoteles con el “todo incluido”. Es allí donde el exconsultor canario Alberto del Hoyo ha levantado la empresa Be Tenerife a partir de una hacienda familiar heredada, Cuatro Ventanas, que tras una reforma a fondo se ha convertido en un alojamiento boutique.
A esta blanca villa que mira al mar se han ido uniendo otras cinco de impresionantes hechuras con jardines apabullantes, piscinas infinitas, terrazas al borde de acantilados y una decoración cuidada y armoniosa. Con un impacto mínimo en el entorno y con la sensación de que por otros hoteles que aportan mucho menos te piden mucho más.
Pues bien, lo que ha hecho Alberto del Hoyo (un tipo bien conectado en la isla) es rodearse de colaboradores (y amigos en su mayoría) entusiastas, expertos en diversas áreas, para garantizar al turista experiencias deportivas, gastronómicas y hasta científicas autenticas que le ayuden a fundirse con el ambiente. Una de ellas consiste en observar las estrellas (Tenerife es un paraje ideal para ello) junto a Rafael Rebolo, director del Instituto de Astrofísica de Canarias, mientras éste te cuenta que él y sus colegas están buscando otros planetas con las mismas características que la Tierra (por si tenemos que emigrar) y que la última vez que estuvo con Stephen Hawking le habló de sus avances en materia de agujeros negros.
Otra consiste en sumergirse en alta mar con Francis Pérez, fotógrafo canario que ganó el prestigioso World Press Photo de 2017 en la modalidad Naturaleza, mientras te relata aquel día en el que quiso retratar a una ballena y casi se mete de cabeza en sus fauces. También puedes hacer trekking con Nayra González, una incondicional de la isla que la conoce como nadie y que tiene la agilidad de una cabra tinerfeña. Ella te acompaña por rutas muy poco transitadas y te presenta a los vecinos que se encuentra por el camino.
Una cata de vinos con Agustín García Farráis, propietario de la Bodega Tajinaste, de la Denominación de Origen Valle de La Orotava, y el avistamiento de pájaros con un ornitólogo son otras dos propuestas que ponen en valor lo local. Porque Del Hoyo y sus colaboradores quieren fomentar lo que hace único a Tenerife. Porque hay turistas a los que no les da igual tirarse en una playa que en otra, sino que buscan mucho más.
Las experiencias de Be Tenerife se organizan bajo demanda y teniendo en cuenta la disposición de quienes ejercen de cicerones. “Intentamos rodearnos de personas que sienten pasión por la isla. Y entre todos tenemos una gran oportunidad entre manos con este proyecto, porque la imagen que se tiene de Tenerife no es real ”, dice Alberto del Hoyo. Planes y ganas de transformarla no les faltan.